En la mitología del Isesé creemos que antes de nacer en la Tierra, cada alma escoge su Ori frente a Olódùmarè, o sea, Dios. Esta elección determina los principales eventos del destino de la vida de esa persona: sus desafíos, bendiciones, talentos y oportunidades.  El Ori es mucho más que tu cabeza física. Es una entidad espiritual profunda, el principio divino que gobierna el destino de cada persona. Literalmente Ori significa “cabeza”, pero en el contexto religioso y filosófico del Isesé se refiere al Ori Inu, la “cabeza interior”, o sea, el yo espiritual, quien escogió tu destino (ayanmo) antes de nacer.
No importa si los Orisas están o no a tu favor, si tu Ori tiene armonía, todo fluye, y si no lo está, ningún sacrificio va a tener efecto, por eso los sacrificios más importantes siempre serán los Ibori, que son ofrendas rituales dedicadas a tu cabeza interna; se usan para fortalecer tu destino, atraer el equilibrio a tu mente y desbloquear caminos. Usamos elementos como aceite de palma (epo), miel (oyin), agua (omi), aguardiente (oti) y a veces sangre animal, dependiendo de lo que diga Ifa en la adivinación.

Lo que en otras culturas se conoce como “Karma” para nosotros tiene que ver con un Ori desajustado. Cuando tu cabeza interna no está alineada con su destino, pasan cosas que no son correctas, porque tu Ori es el puente que te conecta con el cielo, y por ello es la deidad más importante que tienes, el espíritu al que más debes venerar.

Los sacrificios que se hacen para tu Ori siempre estarán encaminados a alinear la forma en la que actúas y ves la vida con el destino que elegiste para ti ante Olodumare. 

En otras culturas hablan de figuras como el Ángel de la Guardia, el yo superior o el atman, que pueden ser similares a nuestro Ori, pero no son iguales, porque para nosotros no hay nada más allá del Ori, si tu cabeza interna ya tomó una decisión, no hay poder de ningún Orisa que pueda cambiarla ni sobrepasarla.